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El Uniandino

¿A quién le pertenece Cartagena?

Julio Bermúdez es politólogo de la UTB en Cartagena y egresado de la especialización en Estado, Políticas Públicas y Desarrollo de la facultad del CIDER. Aquí su columna "¿A quién le pertenece Cartagena?". Para contestar la columna envíe su propuesta a periodicoeluniandino@gmail.com.



A Fernando lo conocí a comienzos del mes de septiembre mientras realizaba una diligencia en el Comando de la Policía Metropolitana de Cartagena. El venía para entablar una denuncia acerca de una situación muy grave en su barrio, El Pozón. Lo escuchaba, cual chismefresco que soy a veces, decirle al patrullero que estaba en la entrada que, jóvenes entre 16 y 18 años andaban armados disparando y tirando piedras a la gente, una situación insostenible. En su mano tenía un documento en donde ya había comunicado la situación a las entidades correspondientes, pero hasta ese momento la respuesta era inexistente.


Lo que más llamó mi atención fue la normalidad con la cual el patrullero le respondió diciendo que estaban trabajando en eso, pero con una actitud casi desinteresada. No sé si es porque Fernando no tiene un buen aspecto en su vestir, pues es reciclador y de seguro pertenece al 60% de trabajadores informales de la ciudad; o porque la normalización de la violencia de ese tipo de escenarios ya es parte del día a día, ya que Cartagena es la cuarta ciudad capital con mayor número de sicariatos.

Según el informe de Cartagena Como Vamos (CCV), el 94% de las víctimas son hombres, el 64% tiene menos de 34 años. Con mis 27, esta situación me deja más que preocupado, no quiero quisiera caer en el pesimismo y que de ahora en adelante todo me toque por Zoom o Google Meets.


No ayuda tampoco que para mitigar esta situación la administración haya intentado ver la posibilidad de habilitar la vida nocturna hasta la 1 am para todos, generalizando la violencia en toda el área urbana. Estas medidas no van al fondo del problema, sino que perjudica el comercio tanto formal como informal, pues una decisión como esta afecta directamente en sus ventas. Ya están identificados los lugares donde más homicidios ocurren, CCV muestra que la Unidad Comunera de Gobierno 6 concentra la mayor cantidad de muertes violentas, siendo El Pozón y Olaya los barrios más afectados, de manera que el diagnóstico está hecho para una mejor focalización.



La primera estrategia debe apuntar a la formalización, dignificación del empleo y mejores oportunidades para los cartageneros. Una frase que siempre me ha impactado es “Cartagena no es de los cartageneros”. Las particulares ventajas comparativas del corralito de piedra también son su propio talón de Aquiles, pues el turismo y el puerto atraen muchos capitales con los cuales el local no puede competir y termina siendo víctima de la exclusión por competencia.


Lo anterior también crea impactos sobre el nivel de vida diaria, donde las personas de bajos ingresos son los más afectados. CCV también indica que somos la ciudad capital con mayor nivel de pobreza monetaria del país, la pobreza extrema es el doble entre 2019 (3,0%) y 2021 (5,9%), y la “tacita de plata” de Colombia presentó el semestre pasado una inflación más alta al promedio nacional.


La otra estrategia es hacerles frente a las bandas criminales, resultado de los acuerdos con paramilitares que también han sometido a la ciudad y han aprovechado no solo su condición estratégica sino la pobreza y falta de oportunidades. Hay que entender las lógicas de la evolución de la violencia para poder tener mejores estrategias.


Aquí no pretendo atacar ni aplaudir al actual gobierno, el cual su bandera ha sido la lucha anticorrupción, donde se ha evidenciado una rendición de cuentas más abierta e inclusiva que los años anteriores. William Dau ha mencionado que no vino a hacer grandes obras, cosa que ha sido muy impopular en medio de la ciudadanía. Por otro lado, el burgomaestre ha hecho una labor necesaria que es pagar las deudas heredadas, una suma de 188 mil millones de pesos, porque sin plata no se hacen las cosas.


La tercera estrategia es el fortalecimiento institucional. El mayor legado es haber cumplido sus cuatro años, en medio de polémicas, propias de su personalidad y de los quehaceres políticos, pero Cartagena no podía darse el lujo de aguantar más inestabilidad en la gestión pública. A poco menos de un año electoral lo primero que debemos plantearnos es qué tipo de ciudad queremos.


Escribo estas palabras pensando en Fernando, al día de hoy lo he llamado varias veces y no me contesta, ojalá esté bien.


 

Por: Julio Bermúdez, politólogo de la UTB en Cartagena y egresado de la especialización en Estado, Políticas Públicas y Desarrollo de la facultad del CIDER.


***Esta columna hace parte de la sección de Opinión y no representa necesariamente el sentir ni el pensar de El Uniandino.




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