Toda acción tiene su reacción contraria, y en el caso de Shazam tenemos a Black Adam. La cinta homónima nos cuenta la historia de origen del poderoso Teth Adam, un antiguo esclavo que gracias al consejo de magos obtiene los poderes que confiere el hechicero Shazam. Esta es la primera vez que se presenta este personaje en Live Action, de la mano de Dwayne (La Roca) Johnson, quien se apropia de una personalidad mucho más centrada y menos cómica que en ocasiones anteriores. El papel de “La Roca” dentro de la cinta no solo sirve como protagonista, sino que también juega en el rol de productor, dotando al personaje y a la película de su perspectiva particular, siendo explosiva y apabullante en cada momento, elemento que irónicamente se convierte en su fuerte y debilidad más grande.
La premisa es simple (y así lo pretende la cinta): Black Adam es despertado luego de cinco mil años aprisionado, mientras que en paralelo la corona de Sabbac ha sido robada y una empresa multinacional militarizada busca hacerse con la reliquia para apoderarse del mundo. Cabe decir que Black Adam es una película que busca ir a lo seguro, no innova en casi ningún sentido, haciendo un popurrí de diversos elementos de cintas de acción que rozan entre la referencia y la apropiación. Desde el clásico duelo de pistolas con Clint Esawood hasta la comedia tipo Terminator 2, del hombre fuera de este tiempo guiado por un chico joven. En este sentido se ve la injerencia de Dwayne Johnson como productor, pues sí es una película de acción que te da lo que promete, una fiesta en la que no tienes que pensar por dos horas y media y simplemente se puede disfrutar del show de luces y los efectos apabullantes, pero conjugado con una edición torpe que corta de plano cada medio segundo, lo que produce una sensación de afán inclusive cuando la escena debería representar sosiego. Es efectiva en el sentido en el que se cumple con lo que pretende, pero decepciona totalmente en cuanto a lo que pudo ser, pues la historia de Black Adam y la roca de más de 14 años daba para una expectativa descomunal.
Es claro el apego que Johnson le tiene al personaje, en múltiples entrevistas ha denotado el valor que esta cinta tiene para su carrera profesional y su connotación personal. Inicialmente La Roca fue anunciado para interpretar a Adam en el año 2008, siendo el antagonista de una cinta en solitario de Shazam. En enero de 2009 se suspendió la producción del filme y de igual manera quedó en incertidumbre la aparición del villano. Hasta el 2014 la producción de la película de Shazam volvió a las andanzas, pero con el tiempo se decidió establecer un proyecto en solitario para Black Adam en 2017, separándose completamente del filme del Capitán Maravilla y teniendo su lanzamiento en solitario hasta el 2022. La mitología que compartían los personajes se mantuvo, en ambos casos diferenciándose unos a los otros en sus respectivas adaptaciones, pero lo más importante fue que ahora la Roca sería el protagonista y no el villano de turno. No es sorpresa que los fans que seguían acérrimamente el proyecto tuvieran grandes expectativas con el estreno. Y la verdad es que cumple, pero no con lo que el trayecto ameritaba, sino como una fiesta, divertida, que te emociona en el momento, no como el evento que querrás recordar toda tu vida.
Aunque flanquea en ser propositiva, la película tiene lo necesario en cuanto a acción para que se sostenga sin necesidad de una narrativa totalmente atrapante. Lo que sí logra es consolidar una base sólida para el futuro del Universo Expandido de DC en el cine. La Rocka se ha caracterizado por escuchar a sus fans (y de hecho lo ha admitido), lo que de cierta manera lo ha guiado por su carrera a un punto seguro. Esto se palpa no solo en la estructura de la cinta sino en la aparición de personajes que los fans han querido ver durante mucho tiempo. Aunque la Liga de la justicia es el grupo más conocido de DC, la JSA (Justice Society of America) fue primero, y de hecho fue el primer grupo de superhéroes, por lo que estos personajes, aunque puedan parecer desconocidos, en el nicho de los superhéroes son un emblema. “Doctor Fate” se roba cada escena en la que aparece; sus poderes, aunque referencian cinematográficamente a “Doctor Strange”, se mantienen suficientemente distintos como para que las comparativas frenen en un escalón netamente visual. Hawkaman crea una contraparte interesante para Black Adam, pues es un verdadero rival físico y de ideales. El valor en cuanto al dilema del protagonista es precisamente ese, impartir justicia, pero ¿cómo? Hawkman es fiel creyente que todos merecen ser juzgados con dignidad, pero en una sociedad tan corroída como lo es Khandaq, tal vez la justicia por mano propia de Black Adam sea lo correcto. Precisamente por eso es que se da el enfrentamiento entre la JSA y Black Adam. Los demás miembros no resaltan tanto, pero son un buen añadido para dar dinamismo al grupo y las batallas. El dilema moral sirve para desarrollar a Adam hacia un matiz mucho más gris que un catálogo de solo blanco y negro. Aunque sí cae en lo absurdo, ridiculiza esa batalla moral a una pelea de egos y testosterona entre Black Adam y Hawkman.
Donde si falla rotundamente es en la introducción de un conflicto y personajes de apoyo sólidos. Sabbac como antagonista no aparece sino hasta el tercer acto y la familia a la que protege Black Adam se vuelve casi paródica de las personalidades que intenta referenciar. En donde si acierta es en seguir jugando con las expectativas de los espectadores. Traer a Henrry Cavill de vuelta como Superman y con la promesa de un enfrentamiento entre este Dios moderno y el último hijo de Krypton claramente atraerá rotundamente la atención del público. Y con la nueva película de Shazam próxima a estrenarse se tiene un panorama mucho más alentador para DC, pues, aunque juegue a lo seguro, con bases sólidas como estas se puede trabajar para innovar. Y aunque no sea lo más espectacular ni una experiencia única, darle la oportunidad a Black Adam puede ayudar a este reimpulso que Warner y DC necesitan. Al fin y al cabo, diversificar el género de superhéroes y crear competencia, es saludable para que el medio evolucione.
Por: Santiago Patiño
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