Con deudas de casi 100 millones de pesos, más intereses de 4 años y sin título. Este es el oscuro panorama al que se enfrenta un número importante de beneficiarios SPP uniandinos. La universidad no responde y la única vez que lo hizo se retractó.
El problema
Andrés Díaz tenía 16 años cuando firmó un documento con el ICETEX en el que se comprometía, entre otras cosas, a terminar su carrera universitaria en el tiempo estipulado por el currículo. Podía escoger la carrera, siempre y cuando fuera admitido en la universidad, y podía escoger la universidad, siempre y cuando estuviera entre las 33 instituciones con acreditación de alta calidad con las que cuenta el país. A cambio, el gobierno se comprometía a pagarle la totalidad de la matrícula durante un periodo no mayor al que aparece en el programa escogido y, de ser necesario, le daría también un auxilio para manutención de hasta 4 salarios mínimos por semestre.
Este egresado del Colegio Integrado del Carare, en Cimitarra, Santander, era uno entre los 10.08 mil beneficiarios iniciales del programa Ser Pilo Paga (SPP), la apuesta del gobierno de Juan Manuel Santos por la educación en Colombia. Andrés aplicó a la carrera de Ingeniería Electrónica de la Universidad de los Andes, en Bogotá, y pasó. Todo apuntaba a que iba a estudiar becado por el gobierno. La noticia emocionó a su círculo cercano: «mi familia estaba orgullosa, estaban muy contentos. Los Andes era una universidad que estaba por completo fuera de mi alcance, no había posibilidad de que pudiera pagarla». Y es que para ellos «estudiar en Los Andes representaba más oportunidades para salir adelante tan pronto terminara mis estudios».
Sin embargo, en lo que no le hicieron hincapié al adolescente que firmó aquel documento en el 2014 es que si no se graduaba en el tiempo establecido, o desertaba, quedaría debiendo al ICETEX la totalidad de las matrículas pagadas más intereses. Tampoco le dijeron que las estadísticas de permanencia varían según la universidad y que, de hecho, de media, solo el 25% de los estudiantes se gradúan en el tiempo que establece su currículo. Hoy, el futuro de Andrés enfrenta una posibilidad oscura: quedar con una deuda de casi 100 millones de pesos, más los intereses de 4 años, y sin un título profesional con el que pueda empezar a pagarla.
El caso de Andrés Díaz no es excepcional: cerca del 40% de los becarios SPP a nivel nacional, según una fuente cercana al ICETEX aunque este periódico no pudo comprobar tal cifra, se encuentran en su misma situación.
Cuando se anunció SPP a principios del 2015, en los grandes medios de comunicación se publicaron todo tipo de historias de superación: estudiantes de las regiones más marginadas que soñaban con ser ingenieros, artistas, médicos, etc. De hecho, el diario El Tiempo publicó todo un especial donde reunía este tipo de historias, de pueblos remotos con estudiantes que aspiraban a ser grandes profesionales estudiando en las universidades mejor rankeadas del país. Sin embargo, 4 años después, las historias se podrían convertir en auténticos relatos de terror. El caso de Andrés Díaz no es excepcional: cerca del 40% de los becarios SPP a nivel nacional, según una fuente cercana al ICETEX aunque este periódico no pudo comprobar tal cifra, se encuentran en su misma situación.
El problema, al parecer, estuvo en los límites de tiempo tan estrictos que se establecieron para que a un becario se le pudiera condonar la totalidad de las matrículas de la carrera. Según el reglamento operativo de Ser Pilo Paga, existen una serie de condiciones que se deben cumplir para que a los beneficiarios se les condone ese dinero. Entre ellas, «graduarse en el programa académico para el cual solicitó el crédito condonable [...]. Se aceptarán cambios de programa académico o de Institución de Educación Superior por una sola vez [...], el cambio se debe realizar dentro de los primeros cuatro semestres del programa inicial». Además, los SPP podían «aplazar el crédito condonable máximo por 2 semestres académicos [...]. Si se genera el aplazamiento de más de dos semestres, el crédito pasará a terminación [...]». En cualquier caso por fuera de esas condiciones (esto es, aplazamiento de más de 2 semestres, no terminación en el tiempo establecido o cambio de carrera o de universidad más allá de cuarto semestre) los beneficiarios deberán «cancelar al ICETEX el crédito financiado».
Lo que sucedió fue que los estudiantes se atrasaron por diversas razones. En parte, porque debían viajar a ciudades capitales para poder asistir a universidades con acreditación de calidad y la sola adaptación les costaba; en parte porque sus colegios no eran los mejores del país por lo que venían con malas bases en algunos de los desempeños que dan por sentado las universidades (escritura, matemática básica e inclusive inglés); y en parte porque los auxilios de manutención (fundamentales para alimentación, transporte e insumos de estudio) muchas veces se atrasaron, poniéndolos en situaciones complejas desde el punto de vista económico. Aunque realmente las razones varían y dependen del caso en particular, su común denominador fue la imposibilidad para satisfacer los requisitos de tiempo impuestos por el ICETEX para terminar la carrera.
¿Qué pasó en Los Andes?
El caso de la Universidad de los Andes es particularmente notorio por varias razones. Primero, porque ha sido objeto de duras críticas al recibir, a razón de SPP, una cantidad importante de recursos públicos para, en opinión de muchos, financiar un número reducido de estudiantes debido a los altos costos de su matrícula (17.156 millones para el segundo semestre del 2018). Segundo, porque la mayoría de carreras en Los Andes duran 8 semestres, a diferencia de la media nacional que está alrededor de 10, por lo que los SPP uniandinos serán los primeros en graduarse y consecuentemente los primeros en toparse con esta difícil situación.
Pero el problema no es nuevo para la universidad, que sabía del mismo por lo menos desde el segundo semestre del 2015, cuando muchos de los Pilos Paga, en especial aquellos que estudiaban carreras donde era necesario presentar nivelación de matemáticas, se empezaron a atrasar. Este es el caso de Dalexy Montoya, una santandereana que entró a Los Andes en el 2015 al programa de Geociencias. Dalexy, que no venía de un excelente colegio según sus propias palabras, quedó en Precálculo después de presentar el nivelatorio de matemáticas. Los problemas empezaron cuando se dio cuenta que su carrera no contemplaba en primer semestre Precálculo sino Cálculo Diferencial, lo que supuso que «desde el principio ya sabía que iba a tener que tomar semestres de más».
Una vez agotado el crédito de Ser Pilo Paga, la mayoría de los estudiantes en esta situación tendrían que pagar la totalidad del mismo, más los intereses acumulados al ICETEX y adicionalmente buscar de manera independiente una forma de financiar los semestres restantes para terminar sus carreras. Ni muchos beneficiarios del programa, ni sus familiares, como nos lo dijeron Andrés y Dalexy, pueden asumir esa deuda. Frente a este panorama, es posible que algunos estudiantes, incluso antes de obtener su título, se vean obligados a cancelar la millonaria deuda de un crédito condonable que en un principio tomaron para completar sus estudios universitarios.
Tanto Andrés, que se atrasó en sexto semestre a causa de una enfermedad, como Dalexy y muchos otros SPP en su misma situación, recurrieron a diferentes instancias de la universidad en busca de ayuda para evitar el peor escenario. En un primer momento, Los Andes creó una línea de crédito llamada CrediPilo con la que esperaba ayudar a los SPP a ponerse al día con sus carreras para luego terminarlas con el préstamo condonable del gobierno, reemplazando así una deuda de 8 semestres por una a lo más de 2; y asumida con la universidad, que en cualquier caso podía utilizar términos favorables para los endeudados. Esta solución, de hecho, se alcanzó a implementar en algunos estudiantes, pero para el 2018-2 se erradicó por completo.
Lo cierto es que en algunos departamentos, como el de Física, la consolidación de los datos solo se vino a hacer hasta el primer semestre del 2018, tres años después de que el primer Pilo Paga se atrasara.
Lo que sucedió fue, según fuentes cercanas, que la Decanatura de Estudiantes no sabía a ciencia cierta cuántos SPP estaban atrasados antes de lanzar CrediPilo. Una vez tuvieron el número, alrededor del 30% del total de los beneficiarios iniciales, se dieron cuenta que financieramente era insostenible y desecharon la idea. Lastimosamente, este periódico intentó en vano ponerse en contacto en numerosas ocasiones, y de forma insistente, con María Rengifo Fonnegra, directora del Centro de Atención de la Decanatura de Estudiantes (CADE), por lo que no podemos reportar a ciencia cierta qué hizo que la Decanatura no tuviera los datos de los beneficiarios antes de lanzar CrediPilo. Lo cierto es que en algunos departamentos, como el de Física, la consolidación de los datos solo se vino a hacer hasta el primer semestre del 2018, tres años después de que el primer Pilo Paga se atrasara.
La falta de organización con las soluciones que quiso ofrecer la universidad cayó muy mal entre los afectados, entre quienes aumentó la confusión. Andrés Díaz, el estudiante de Santander al inicio de esta nota, decidió organizar a sus compañeros en el mismo estado por su cuenta, porque «la universidad realmente no ha dado un comunicado oficial. Siempre dicen ‘sí, sí se puede’ o ‘no, no se puede’, pero depende del asesor de Decanatura». Para él, hasta una negativa sería valiosa, pues ayudaría a esclarecer el panorama para tomar decisiones más informadas. Agregó: «en Apoyo Financiero tampoco dan muchas respuestas. Incluso con el director de mi departamento enviamos bastantes cartas a la directora [Ana María Neiza Romero] y hasta el primer vencimiento para pagar la matrícula [17 de diciembre] no recibimos respuesta». Este periódico se puso en contacto con Ana María para conocer su versión de los hechos. Sin embargo, luego de sugerirnos cambiar el enfoque de la publicación, nos dijo que según la directriz de posicionamiento de la universidad solo el rector, Pablo Navas Sanz de Santamaría, podía darnos entrevistas o delegar a personas que puedan hacerlo. El Uniandino se acercó a Rectoría, pero no recibió ninguna respuesta.
El 12 de diciembre los SPP liderados por Andrés, y con el apoyo de la entonces presidente del Consejo Estudiantil Uniandino, Daniela Gallo, enviaron una carta conjunta a la universidad, con copia a Rectoría, en la que pedían que se pronunciaran oficialmente al respecto de las soluciones que como institución se iban a plantear. La carta hasta el día de hoy, 25 de diciembre, después del vencimiento del primer plazo para pagar matrícula y a una semana del segundo, todavía no ha sido respondida
Por: Alejandro Lozada (a.lozada10@uniandes.edu.co)
y Susana Echavarría (s.echavarriam@uniandes.edu.co)
Fotomontaje: El Uniandino
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