El 29 de octubre se llevarán a cabo las elecciones regionales en todo el país, y personas de todas las ciudades saldrán a las urnas para elegir alcalde, gobernador, diputados, concejales y ediles. En esta coyuntura, un fenómeno que ha llamado la atención tanto de los medios de comunicación como de los académicos es la participación de las mujeres en estos espacios.
En un reciente informe de la Registraduría, tras el cierre de inscripciones, se observa un aumento significativo en la participación de mujeres como candidatas en comparación con las elecciones de 2019, con un incremento del 20,60%. Las mujeres ahora representan el 39% del total de candidaturas, mientras que los hombres abarcan aun el 61%.
Las mujeres representan el 52% de la población, pero sólo el 17% ocupa puestos en asambleas departamentales, el 18% en los concejos municipales, 12% en alcaldías y el 15% en gobernaciones, a pesar de que, por lo general, están mejor preparadas académicamente que los hombres.
Las mujeres han logrado obtener escaños en el Congreso, liderar ministerios y ocupar cargos de gran importancia, como la alcaldía de Bogotá y la vicepresidencia de la nación. Sin embargo, persisten notables desigualdades en términos de participación, especialmente a nivel local. De acuerdo con ONU Mujeres, las mujeres representan el 52% de la población, pero sólo el 17% ocupa puestos en asambleas departamentales, el 18% en los concejos municipales, 12% en alcaldías y el 15% en gobernaciones, a pesar de que, por lo general, están mejor preparadas académicamente que los hombres.
¿Qué razones podrían explicar estas brechas en el mundo de la política? ¿Qué retos asumen las mujeres al entrar a este mundo y cómo pueden sortearlos? El Uniandino habló con tres candidatas del Concejo de Bogotá y a las Juntas de Acción Local (JAL) de distintas corrientes políticas con el fin de conocer sus experiencias en campaña y entender los obstáculos que enfrentan las mujeres al entrar al mundo de la política.
Mujeres en política en todos los espectros ideológicos
Maria Paz Buitrago tiene 21 años, estudia derecho en la Universidad Javeriana y es candidata a edil de Chapinero por el Centro Democrático. Ella eligió este partido ya que cree que este ha sido el único coherente desde el primer día, especialmente en términos de hacerle oposición al actual gobierno. Sobre la agenda de género, Buitrago explicó que a pesar de que el partido no maneja una agenda feminista, este también aboga por el empoderamiento femenino.
Ella comenta que esto lo ha visto en la praxis, específicamente en su trabajo al lado del senador Miguel Uribe. “Cuando trabajé con él, nunca me trató diferente por ser mujer. Nunca me ha tratado como una víctima, sino siempre ha trabajado conmigo desde el empoderamiento”, dijo Buitrago.
Asimismo, comenta que Uribe también se aseguró de tener una mayor presencia femenina en su equipo cuando tuvo la oportunidad de seleccionar a quiénes iba a poner en las listas para ediles. En el caso de Chapinero, menciona que este año es la primera vez que hay más mujeres que hombres en la lista. “Somos cuatro mujeres y tres hombres, lo cual es significativo en una lista para edil, y eso es muchísimo en una lista para edil. Una que ganamos con una consulta previa donde la gente votó democráticamente. Podemos ver que la gente confía en las mujeres del partido y lo reafirman votando”.
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Luna Osorio tiene 20 años, estudia economía y derecho en la Universidad de los Andes y es candidata a edil de Chapinero por el partido Alianza Verde. Sobre su postura política, Luna siempre se consideró de centro y no le gusta adoptar posiciones extremas ni de derecha ni de izquierda. “Yo sí creo que la polarización en el país ha hecho muchísimo daño y creo que la Alianza Verde es una salida a eso”, comentó esta mujer rubia mientras se arreglaba el pañuelo verde que tenía atado en su mano derecha.
Un aspecto que destaca de la Alianza Verde es que la mayoría de sus militantes son jóvenes. Osorio comenta que este partido ha trabajado en proporcionar garantías a este grupo, especialmente a las mujeres, para que puedan participar en estos espacios políticos. Por ejemplo, en la consulta que se realizó para poder llegar a ser edil, se garantizó que las listas de todas las localidades cumplieran la ley de cuotas. Esta establece que al menos el 30% de las candidaturas presentadas por los partidos deben ser ocupadas por mujeres: esto significa que de cada tres candidaturas, al menos una debe ser ocupada por una mujer. Del mismo modo, señala que por decisión propia, la Alianza Verde también “se aseguró de incluir al menos un joven en la lista de cada localidad, algo que ningún partido ha hecho”.
Por otro lado, Osorio ha comentado que el partido ha creado mecanismos para hacer que el ejercicio político sea un espacio seguro para las mujeres, como lo es la creación de un comité de género que atiende a cualquier militante en caso de que haya algún caso de acoso o violencia. “Por eso estoy feliz en dónde estoy. A pesar de que hay muchas gamas de verde, ninguna es misógina o machista y todas (cada una de ellas) reconocen la importancia de las mujeres en la política”.
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Yessenia Moreno tiene 31 años, es psicóloga y es la candidata número 21 al Concejo de Bogotá por el Pacto Histórico. Ha trabajado como líder social, realizando labores de pedagogía en temas relacionados con la educación pública, así como en asuntos de paz y posconflicto.
Moreno se unió a la Colombia Humana en 2018, un partido que ella concibe como un movimiento con vocación de poder que desde sus inicios ha mantenido un fuerte corazón feminista. Además, destaca la labor de diversas tendencias y redes al interior de este que han luchado por mantener y promover la participación paritaria de las mujeres en los espacios, como por ejemplo lo hizo Susana Muhammad durante su tiempo en la vicepresidencia del partido. “En el partido, hemos apostado para que las voces de las mujeres y las diversidades sean escuchadas, defendiendo sus ideas y promoviendo una política del cuidado, desde el acompañamiento y la creación de redes de apoyo en los espacios en los que participamos”, dijo Moreno.
Asimismo, ella es cofundadora de Feministas y Plebeyas, un colectivo de corte feminista de la Colombia Humana que aboga por el empoderamiento de las mujeres que habitan en los sectores populares de la ciudad de Bogotá. La candidata comenta que trabajando en este movimiento pudo comprender cómo el feminismo puede influir en ciertas agendas y transformar realidades para aquellas personas que no pueden acceder a derechos básicos. “Este movimiento nace de pensarnos desde una colectividad, de pensarnos que tenemos una responsabilidad cuando decidimos servir”.
Pedagogía electoral como antídoto ante la dscriminación
Cualquier acto es político. En el caso de la pedagogía, varios sectores de la sociedad reconocen su poder transformador. El teórico marixista Paulo Freire decía que la educación, como práctica de la dominación que hemos venido criticando, se dedica a mantener la ingenuidad de sus educandos y hacer que se adapten al mundo de la opresión, todo dentro de un marco ideológico específico. En Colombia, la falta de educación y concienciación en materia política se traduce en una barrera para las mujeres que desean involucrarse en este ámbito, especialmente en lo que respecta a la participación en elecciones regionales.
Ana Sofía Castañeda es licenciada en educación infantil de la Universidad Pedagógica y fundadora de Unas Tales Feministas, colectivo enfocado en la defensa de los derechos de las mujeres en diferentes sectores del país. Ella comenta que quienes han apostado por enseñar cómo funciona la política colombiana ha hecho un trabajo muy arduo debido a la complejidad inherente del sistema político, y el acceso que pueden tener algunas escuelas de formación.
En Colombia, la falta de educación y concienciación en materia política se traduce en una barrera para las mujeres que desean involucrarse en este ámbito, especialmente en lo que respecta a la participación en elecciones regionales.
“Nosotros podemos hacer la cantidad de escuelas que queramos, pero si hay mujeres que no tienen acceso a las herramientas que se necesitan para llegar a la escuela al tiempo o que no cuenten con el dinero para pagarlas (algunas de esas escuelas cobran y otras no); es decir, si no tenemos estas garantías, va a ser más difícil dinamizar los espacios de participación de las mujeres”, comenta Castañeda.
Dos de las candidatas comentaron que aún hay falencias en torno al proceso de candidatura, además de falta de incentivos en los mecanismos de participación.
Yessenia Moreno reconoce que si bien ha encontrado acompañamiento de su partido, también este necesita tener mecanismos que posibiliten que más mujeres se introduzcan a la política, por ejemplo, a través de escuelas de formación feministas. Asimismo, menciona que dentro del Pacto Histórico hay que mejorar la democracia interna dentro de los partidos. “Muchas veces no son claros sobre cómo se hacen la selección de las candidaturas y cómo estas se establecen en las listas cerradas, por lo cual las apuestas más juveniles, de mujeres y feministas no quedamos en posiciones de llegar tan fácilmente a estos espacios de representación”, dijo.
Luna Osorio criticó la falta de estructura de los Consejos de Juventud, un modelo participativo que se revitalizó durante el gobierno del presidente Iván Duque durante el estallido social. Para ella, aunque estos consejos abrieron espacios de participación, su ineficiencia no justificaba el elevado gasto público que se le dió. “Fue una cuestión de ‘Listo participen, pero no participen lo suficiente como para que puedan incidir, y no pueden hacer control político… pero participen”.
Por otro lado, Maria Paz Buitrago resalta que el mayor problema es la pedagogía ciudadana: “sí algo me he dado cuenta en esta campaña es que nadie sabe qué es un edil, nadie sabe qué hace un edil y nadie vota por un edil.”
En cuanto a la falta de educación electoral, Castañeda sostiene que esto se debe a que, a pesar de que se presenta la información sobre cómo funcionan los cargos públicos y su elección en los medios de comunicación como algo claro, en realidad no lo es.
También para hacer política la calle es un espacio inseguro para las mujeres
La calle, escenario indispensable para el ejercicio político, a menudo se convierte en el espacio más inseguro para que las mujeres hagan política durante las elecciones regionales. Con frecuencia muchas candidatas enfrentan acoso, intimidación y violencia en el marco de sus campañas en el espacio público.
Maria Paz Buitrago comenta que en su estrategia de campaña salir a la calle es un factor de riesgo que tiene que ponderar. Con sus voluntarios o amigas salen a hacer volanteo durante el día en espacios frecuentemente concurridos, pero cuando se trata de salir en las noches tiene que ir acompañada obligatoriamente con hombres. “Eso refleja una realidad difícil que vivimos las mujeres. Yo no puedo salir a volantear por mi cuenta en horas de la noche por las calles de Chapinero, la segunda localidad más insegura de todo Bogotá”, afirma Buitrago.
Luna Osorio también comparte dicha opinión. “Cuando salgo de ese círculo seguro de mi partido a hacer política en la calle es distinto, porque ya no cuento con ese escudo de protección. Me enfrento a personas que no saben de la violencia que sufrimos las mujeres, y como no las entienden, las aplican”, dijo Osorio.
En el caso de Moreno, ella relata un evento en el que experimentó violencia mientras realizaba su ejercicio político. En 2022, la candidata estaba haciendo pedagogía sobre paz en la Plaza del Rosario. Mientras pedía por la protección de los líderes y lideresas sociales, uno de los vendedores que se encontraba en el lugar le gritó que debían asesinar tanto a los líderes sociales como a ella. Ella le respondió con fuerza que no los iba a callar, y permaneció en el espacio por horas más. “Al final reflexioné de que este no era un lugar seguro: me habían hecho una amenaza directa, y tengo un equipo de compañeros a quienes este evento también podría haberlos dejado expuestos”.
Castañeda postula que los escenarios sociales y políticos constituyeron siempre espacios y modelos definidos como típicamente masculinos. “Pese a ellos, las mujeres logramos romper los moldes de esa división sexual del trabajo e incorporarnos a ellos siguiendo estrategias personales o grupales que nos permitieron tener visibilidad en estos mismos aunque siempre en posiciones simbólicas o marginales”, dice la activista.
“Eres muy bonita para estar en política” y otras perlas del machismo
La violencia política se define como todas aquellas acciones ejecutadas hacia mujeres que entorpecen los derechos políticos para su participación libre y para elegir y ser elegidas: la infantilización de las candidatas, el acoso sexual y la reproducción de estereotipos machistas, tanto por parte de sus compañeros, como de otros actores políticos (medios, votantes y contradictores), son situaciones que pertenecen al amplio abanico de violencias que las mujeres enfrentan cuando se involucran en espacios políticos.
Un ejemplo de ello es la estigmatización de las mujeres basada en su apariencia en lugar de sus capacidades intelectuales y propuestas políticas. La forma en que vemos y percibimos los cuerpos está influenciada por ciertos discursos estéticos, los cuales están determinados por ciertas expectativas sociales impuestas tanto a hombres como mujeres. Un estudio realizado por la Universidad Pedagógica Nacional de México, por ejemplo, concluyó que la belleza física popularmente se asocia con valores loables de una buena persona como la amabilidad, la honestidad y la empatía, valores que también se asocian con la figura del político.
“Un reto que yo tengo muchas veces es convencer a la gente de que voten por mí no por ser linda, sino porque les inspiro confianza“
Para Maria Paula Buitrago cosas como las primeras impresiones importan mucho en la política. Desde su perspectiva como mujer, esta impresión a menudo tiene que ver con la apariencia y no con los puntos de vista. “Un reto que yo tengo muchas veces es convencer a la gente de que voten por mí no por ser linda, sino porque les inspiro confianza… porque creen que voy a influir en algo en la localidad“, dice Buitrago.
Por su parte, Luna Osorio relata una experiencia que vivió durante la inscripción de la candidatura del senador Ariel Ávila. Salió con una compañera a compar algo en unos de los puestos ambulantes por fuera de Corferias. Allí el vendedor le preguntó de forma burlona si ella había venido a modelar porque, en sus palabras, era “muy linda como para ser política”. Ante el comentario, esta fue su reflexión: “A mi no me importa que me digan eso, porque tengo una formación en manejo emocional que me permite que esto no me afecte. Pero hay mujeres que con eso se salen de la política”.
Yessenia Moreno también relata que su camino para ser candidata tampoco ha sido fácil. Según cuenta en algunos espacios se ha sentido muy observada por la forma en la que se viste. Las miradas han llegado a hacerla sentir tan incómoda, hasta el punto de que llegó a sentirse acosada. Ella ha tenido que recurrir a sus círculos de apoyo —como sus compañeras de campaña u otras candidatas— para controlar la situación, ya que en sus palabras “no hay que guardar silencio frente a esta situación”.
Un segundo aspecto notable es la discriminación que reciben algunas mujeres en cargos públicos por ser abiertamente feministas. Castañeda postula que estas actitudes de rechazo parten de "un desconocimiento de lo que es el feminismo, lo cual lleva a que algunas mujeres que comparten las mismas luchas por los derechos de las mujeres no se apropien del término".
Moreno menciona que en muchas ocasiones, personas cercanas a ella le recomendaban no usar el pañuelo morado cuando salía a hacer campaña en la calle porque creían que la gente se asustaría al ver que ella era feminista. A pesar de los comentarios, ella sigue manteniendo su pañuelo, ya sea atado en su mano derecha o cubriendo su cuello. "Considero que no hay que ocultar lo que somos y como feministas debemos reivindicar nuestras banderas en todos los lugares", dijo con orgullo la candidata del Pacto Histórico.
“He recibido comentarios como ‘femiloca’, ‘feminazi’, ‘mujer loca’, ‘que alguien la calme’, ‘que se consiga novio’, ‘que no le han dado’ En fin, una cuestión densa”
Luna Osorio cuenta que ella ha recibido muchos comentarios negativos por el hecho de ser feminista. “He recibido comentarios como ‘femiloca’, ‘feminazi’, ‘mujer loca’, ‘que alguien la calme’, ‘que se consiga novio’, ‘que no le han dado’ En fin, una cuestión densa”, comenta la candidata de la Alianza Verde.
Sin embargo, ese no es el único caso: debido a la polarización que hay en el país, algunas candidatas han sido blanco de discursos de odio por el hecho de pertenecer a corrientes políticas de derecha o de izquierda.
“Yo no le debo un peso a nadie, no he hecho absolutamente nada malo en mi vida. Yo puedo estar parada en un semáforo tranquila, y a mi me gritan paraca y asesina”, comenta por su lado Maria Paz Buitrago para ejemplificar las violencias que ha vivido en el ejercicio de la política.
Sobre ese tema, Castañeda postula que siempre habrá críticas y etiquetas hacia las mujeres en función de su afiliación ideológica, y recurrir a la violencia va en contra de lo que defienden las feministas, y el progresismo en general. “Nuestra intención es evitar involucrarnos en juegos violentos y, en su lugar, centrarnos en el debate y dejar que los hechos sean los que hablen por sí solos”, cuenta Castañeda.
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A pesar de estos desafíos, las mujeres siguen luchando por una participación política equitativa y un espacio político más inclusivo donde todas las voces sean tomadas en cuenta para la construcción de esta ciudad. Estas tres jóvenes, a pesar de venir de contextos políticos distintos, buscan incidir en sus territorios y ya están empezando a dar sus primeros pasos.
A pocos días de las elecciones, las candidatas cuentan que han sentido cansancio, debido al agotador trabajo de campaña; nerviosismo, por los resultados de este domingo, y emoción por lo que está por venir. Serán ya los votantes los que definirán que tanto espacio ganan o pierden las mujeres en estas elecciones.
Por: Laura Tabares
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