Cientos de estudiantes llegaron ayer a las 3:15 de la tarde a la oficina de Raquel Bernal frente a la rectoría de la Universidad de los Andes. La arenga era clara: “no me da la gana pagar una matrícula que esté así de cara”.
Momentos antes, los estudiantes convocados por el Comité de Paz de la Universidad de los Andes y el Consejo Estudiantil Uniandino (CEU) se reunieron en asamblea en el Bloque C de la universidad para expresar su indignación y plantear sus propuestas para una eventual negociación con las directivas de la universidad bajo el lema de #ElEstudianteMásEndeudado
Una estudiante quema un recibo de matrícula frente a la rectoría. Foto por Laura Tabares.
¿Por qué protestan los uniandinos?
En la mañana del 9 de noviembre llegó al correo institucional de los estudiantes un anuncio sobre el costo de la matrícula de pregrado para el 2023. El valor para el próximo año será de $21.990.000, un aumento de casi 2.5 millones respecto a la del 2022. Esto es, 12.8 % más que el año pasado, lo que es igual a un incremento de 1.7 % más la inflación proyectada para el 2023. Y para estudiar medicina en los Andes se deberán pagar $31.290.000.
En el correo también se muestran las fechas de pago. El primer vencimiento será el 13 de diciembre, es decir, tan solo un mes y cuatro días de plazo después del comunicado. Después de esta fecha la matrícula tendrá un recargo del 2 % hasta el 27 de diciembre y del 5% hasta el 11 de enero.
El aumento de la matrícula generó rechazo por parte de los estudiantes, tanto por el aumento en la misma, como por el plazo de pago. En la asamblea estudiantil se oyeron varias voces indignadas por el alza de matrícula. Entre las preocupaciones que de manera reiterada mostraron los estudiantes estuvieron: i) la posible deserción de los estudiantes por el aumento de la matrícula, ii) el deterioro de su salud mental por la misma razón, iii) la falta de transparencia en los datos financieros que brinda la universidad, iv) los gastos exorbitantes y la nómina excesiva a los directivos y a algunos profesores de la universidad y, por supuesto, la carga desproporcionada que deben soportar las familias de cara a una crisis económica.
Una de las voces indignadas en el marco de la asamblea fue la de Laura Pérez, estudiante de sexto semestre de artes:
“la noticia de ayer fue como si alguien se hubiese muerto” dijo con micrófono en mano. La estudiante trabaja mientras estudia para pagar su matrícula y, en sus palabras, “yo no veo cómo voy a acabar mi universidad, y tampoco quiero sacrificar mi estudio”.
Pero esta no es la primera vez que un aumento en la matrícula genera reacciones tan fuertes por parte del estudiantado. En el 2017, cuando la matrícula estaba en $15.402.000, se anunció un aumento de aproximadamente $1 millón para la matrícula del 2018. Esto llevó a que los estudiantes se movilizaran a través de actividades culturales y organizaran asambleas para proponer y pedir a la universidad soluciones frente al alza de la matrícula.
En ese momento, el incremento del valor de la matrícula correspondía a un ajuste del IPC estimado más dos puntos porcentuales (IPC + 2 %). El incremento actual sería del IPC + 1.7 %.
Las movilizaciones, las discusiones y los debates estudiantiles de ese año resultaron en la creación de un pliego de peticiones. El primer punto de este documento es la preocupación por la diversificación de los ingresos, pues las finanzas de la universidad tienen una gran dependencia de las matrículas de pregrado. También, pidieron una mayor socialización de los estados financieros de la universidad para que los estudiantes tuvieran claro en qué se gasta la plata de la matrícula.
Sin embargo, como lo mencionó en la asamblea una de las integrantes de la Mesa de Seguimiento al Pliego del 2017, la universidad ha cumplido con aproximadamente 52% de los puntos del pliego. Lo que se ha incumplido es lo que convocó a los estudiantes a la asamblea, entre otras cosas: la falta de diversificación de recursos y la falta de implementación del plan piloto de los estudiantes en el consejo directivo, consejo que toma decisiones trascendentales en la universidad.
Esta vez el CEU comunicó que en una reunión con el comité de rectoría acordaron realizar asambleas por facultades durante esta y la próxima semana. De las asambleas debe salir un pliego de peticiones que complemente algunas de las exigencias estudiantiles del 2017.
El descontento estudiantil
La situación para los estudiantes de medicina es especialmente compleja ya que, como se mencionó al principio de esta nota, deberán pagar $31.290.000 de pesos en el 2023. “Vine como obligación hacia mi misma para exponer lo que siento, porque no es normal que te llegue un correo con muñequitos en donde te dicen que el IPC se elevó, que toca pagar y que suerte, cuando medicina es la única facultad que no tiene una beca destinada” dice Daniela Reyes, estudiante de sexto semestre de medicina.
Reyes critica que a los estudiantes de la Santa Fe les llegan las comunicaciones tarde, que tienen menor plazo para pagar y que, aunque se planeó una asamblea virtual para el martes, a la Facultad no le importa el bienestar estudiantil: “yo me pregunto: ¿con quién voy a hablar en ese espacio virtual? No les importamos, ¿que todos están en clase?, pues tienen que pausar un momento para hablar de frente con las directivas”, remató.
Estudiante en asamblea. Foto por Natalia Chavarro.
En el correo del 9 de noviembre, la universidad intentó justificar el nuevo valor que anunció para el próximo semestre. Según el alma mater, la matrícula varía de acuerdo con la inflación y el cálculo se basa en el IPC proyectado en octubre.
Además, sostienen que “Los Andes intenta lograr el precio más bajo posible, sin arriesgar la estabilidad financiera ni la calidad''. La población estudiantil becada salió a relucir para justificar los gastos de la universidad que, de acuerdo con el mismo comunicado, ha invertido $80.000 millones en becas y préstamos.
“No es una estrategia sostenible para que la universidad pague todos los gastos exorbitantes que ha hecho bajo la excusa de que no puede pagar las deudas por las becas, eventos o edificios y que eso nos tiene que recaer a nosotros” señala Federico Noguera, estudiante de filosofía de quinto semestre de Los Andes.
Para Noguera, el alza de la matrícula afecta más a las personas ya endeudadas y se suma a otros gastos que deben cubrir los estudiantes como almorzar cerca al campus o en él, gastos de vivienda, transporte y sostenimiento.
Según el estudiante, el alza de matrícula también afecta a quienes quieran entrar a la universidad, pues “la gente que entra acá no puede sentir que es una ruleta rusa, no pueden terminar arriesgando su plata, su vida, su familia si quieren entrar a la Universidad de los Andes”.
Estudiantes como Noguera, desesperados por las cargas financieras de la universidad, fueron los que se movilizaron hasta la rectoría con arengas, pancartas y recibos de matrícula para quemar.
Fotografía del Comité de Paz Universidad de los Andes @pazuniandes
Recibo de matrícula quemado frente a rectoría. Foto de Laura Tabares
En este audio se puede escuchar una de las arengas que se impulsaron desde el estudiantado: “Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, eso no es rectoría son elitistas en el poder”.
¿Y dónde está la rectora?
Aunque los estudiantes se hicieron frente a la rectoría por al menos media hora, El Uniandino pudo corroborar que la rectora Raquel Bernal no se encontraba en la oficina al momento de los hechos y que había salido de allí aproximadamente 20 minutos antes de que los estudiantes llegaran a protestar.
Como constató el periódico, la rectora “tenía un viaje” que le impidió escuchar en vivo y en directo las solicitudes del estudiantado. Los gritos de los estudiantes, todo indica, fueron gritos al vacío.
Por: Natalia Chavarro y Liliana Cuadrado.
Corrección: Por un error en los cálculos del incremento en la matrícula se publicó un porcentaje equivocado durante unos minutos. El incremento es de 2.498.000, 12.8 % con respecto al año pasado, lo que representa un aumento del IPC + 1.7 %. La información ha sido verificada y corregida.
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