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El Uniandino

Haití y Rep. Dominicana dos caras distintas de la misma zona sísmica

Daniela Álvarez Gallo es Miembro de La Universidad más Pública y expresidente del Consejo Estudiantil Uniandino. Aquí su columna "Haití y Rep. Dominicana dos caras distintas de la misma zona sísmica". Para contestar la columna envíe su propuesta a periodicoeluniandino@gmail.com.

Haití y República Dominicana (RD) comparten la misma isla ubicada sobre el límite de placas del Caribe y Norteamérica. Si bien la exposición a la amenaza entre Haití y RD no es exactamente la misma, es similar. Los últimos 10 sismos más grandes de la isla ocurrieron tres en la parte de Haití con magnitudes en la escala de Richter 6.0 y 7.2, y siete ocurrieron en RD o en sus costas con magnitudes entre 5.9 y 6.4. Aunque la magnitud y cantidad de sismos no son las únicas variables relevantes a la hora de medir una amenaza, sí nos permiten entender cómo la configuración de la isla está expuesta a estas amenazas. Sin embargo, las historias del impacto de estos fenómenos naturales sobre los dos países de la isla han sido diametralmente opuestas. ¿Qué explica esto? El colonialismo, la esclavitud y el neocolonialismo tienen parte de la respuesta. Este problema se puede abordar desde los diferentes componentes del riesgo: Uno, la amenaza donde entendemos técnicamente las fuentes de amenaza, las zonas de exposición y la susceptibilidad de los sistemas; dos, la vulnerabilidad social donde entendemos la dimensión social, política y económica del riesgo.

Empecemos por la exposición a la amenaza. Haití y RD se encuentran sobre un límite de placas, esto suena algo abstracto, pero podemos imaginarlo como una zona donde dos cuerpos enormes están constantemente rozándose. Como consecuencia de su gran masividad, los roces que no se transforman en movimiento, acumulan energía que al liberarse ocasiona terremotos o tsunamis, dependiendo de dónde ocurran. Este límite de placas genera todo un sistema de fallas geológicas llamado Enriquillo Plantain que se extiende por toda la isla. Esta condición de amenaza no es nueva ni cambiará en el tiempo humano, significando que múltiples sismos han tomado, y tomarán, lugar en la isla.


Ahora abordemos la vulnerabilidad social: Haití fue colonia de España desde 1492 hasta 1697, luego pasó a ser colonia de Francia. La economía de Haití inicia basándose en plantaciones y durante esta temporada de colonialismo se vuelve la principal despensa de alimentos y muebles para Europa, economía sentada sobre la base de la esclavitud y la deforestación sistemática de la isla. En 1804 cuando Haití se vuelve la primera nación negra independiente y abole la esclavitud, las grandes potencias, viendo en riesgo la supervivencia de sus propias colonias y su sistema esclavista, imponen un fuerte bloqueo económico y aislamiento internacional a Haití. Hasta aquí la suerte de RD fue muy parecida a la de Haití, entre 1822 y 1844 RD fue invadida por Haití, se independizó y a partir de allí volvió a ser colonia española y se mantuvo así hasta 1865, sin sufrir el bloqueo económico impuesto sobre Haití.


Tras abolir la esclavitud en 1804, Haití se convierte en una economía de supervivencia afrontando constantemente el bloqueo internacional. Para bajar este bloqueo, Francia le impone una rebaja del 50% en la reducción de importaciones y una indemnización de 10 veces los ingresos anuales de Haití por las pérdidas de propiedades y esclavos con la independización. A Haití le costó 122 años pagar esa “deuda de independencia”, el neocolonialismo en su máximo esplendor. Entre 1915 y 1934 Estados Unidos invadió Haití, violando su soberanía e imponiendo un gobierno militar, censuraron la prensa y se pusieron a cargo de las aduanas, demostrando así sus intereses políticos y económicos. Luego vinieron dictaduras con corrupción y masacres, sin mencionar un neocolonialismo impuesto por medio de las deudas y las imposiciones económicas del Banco Mundial. Todo esto fue la receta perfecta para una inestabilidad política, incapacidad institucional y pobreza abrumadora que clasifican a Haití, actualmente, como el país más pobre de América, donde el 60% de su población está por debajo de la línea de pobreza. Son estos los elementos sociales que multiplican la vulnerabilidad y explican el riesgo, y la dificultad, de Haití para enfrentar sus amenazas.


Otro aspecto fundamental que explica el riesgo diferencial entre Haití y RD es la deforestación a la que ha sido sometido cada uno de estos países. Ya mencioné que durante la época del colonialismo Haití era despensa de alimentos y muebles para Europa. Esto no se logra sin deforestar y reemplazar por plantaciones y monocultivos de árboles maderables. Luego, tras la independencia de Haití la deforestación sistemática de la isla continuó con el fin de: Uno, sustentar la energía del país que no ha logrado transitar a otras fuentes; dos, generar ingresos en moneda extranjera a partir de la exportación de materia prima que permitiera pagar la deuda externa creciente.


La cobertura vegetal juega un papel clave en la gestión del riesgo, ya que es un mecanismo natural de resistencia a los efectos de fenómenos naturales. En época de lluvias, o con la ocurrencia de sismos, la vegetación estabiliza las laderas evitando que se conviertan en deslizamientos, fija los nutrientes en el suelo y evita que se pierda su productividad, además de ser una barrera natural que defiende la isla de tormentas y huracanes. Haití conserva solo el 2% de su cobertura vegetal, mientras RD tiene entre el 25 y el 39%. Este es un aspecto central en la exposición a la amenaza del país pues significa una pérdida de ecosistemas, de capacidad de producir sus propios alimentos y de empobrecimiento, lo que a su vez aumenta la vulnerabilidad social. RD, con una economía centrada en el turismo, y sin el bloqueo económico y deuda histórica, ha emitido leyes que protegen los bosques y evitan la deforestación sistemática, mientras en Haití esto ha sido imposible dada la pobreza y la ausencia de otras fuentes para generar energía.


Los riesgos asociados a fenómenos naturales varían entre países y clases sociales, afectando desproporcionadamente a los más vulnerables. El riesgo de Haití no solo es producto de su ubicación geográfica, sino también ha sido política y económicamente construido: profundizado por el imperialismo colonial, neocolonial, esclavista y ambientalmente depredador.

 

Por: Daniela Álvarez Gallo. Miembro de La Universidad más Pública y expresidente del Consejo Estudiantil Uniandino.


*** Esta columna hace parte de la sección de Opinión y no representa necesariamente el sentir ni el pensar de El Uniandino.


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