En esta entrada Sara Mosquera López, abogada y estudiante de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, reflexiona sobre la novela “Las ventajas de ser invisible” de Stephen Chbosky que, aunque está pensada para un público juvenil, no deja de ser relevante para todos los momentos de la vida. El reto de descubrir quienes somos y cómo queremos coexistir en este mundo está presente transversalmente en todas las etapas que experimentamos. En su escrito se habla sobre la importancia del cambio, aunque este muchas veces nos cause inseguridades y miedo.
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Volver a leer “Las Ventajas de Ser Invisible” me recordó que los libros, las canciones y las películas que nos ayudaron a entendernos cuando éramos adolescentes, también nos pueden ayudar a entendernos cuando somos adultos. Y es que, el hecho de tenerle miedo a lo desconocido, es un sentimiento que experimentamos cuando tenemos quince, veintidós o treinta y seis años.
La realidad es que, después de mucho tiempo, somos conscientes que cada vez con más frecuencia, debemos tomar decisiones que nos asustan por lo trascendentales que pueden llegar a ser en el curso de nuestra vida. Y, todo este proceso sería más fácil, si tuviéramos la entera seguridad de qué es aquello que queremos y esperamos alcanzar con cada nueva experiencia que vivimos. Pero, la mayoría de las veces, no contamos con este conocimiento, o nos enfrentamos a elementos ajenos a nuestra voluntad. Es por esto por lo que, al aceptar que nuestra vida es una constante incertidumbre, se nos puede hacer más fácil el entrar a una nueva etapa.
Si bien es cierto que quedarnos en un mismo sitio y en una misma actividad nos ayuda a sentirnos seguros, no es menos cierto que también nos limita a crecer. Esto es algo que entiende Sam, y por eso le dice a Charlie que espera que su ida a la universidad le ayude a entender quién es. Ella es consciente de los nuevos retos que se le van a presentar, de la necesidad de salir de su zona de confort, de hacer nuevos amigos y hasta aprender sobre el nuevo lugar que va a habitar. Pero, por más que todo esto le hace sentir temor, entiende que todas estas experiencias le van a ayudar a entender quién es y cuál es su propósito.
Puede que sea cierto, que somos quien somos por muchas razones y, estoy segura, que muchas de esas razones son resultados de aquellos momentos y experiencias que algún día serán fotos o imágenes que nos quedan guardadas por mucho tiempo en el corazón. Y, por más que queramos habitar en esos recuerdos y que el decir adiós implique que no podremos volver a esos espacios seguros, no es una razón suficiente para quedarnos quietos y dejar de vivir nuevas experiencias.
Y es que, al igual que Charlie, deberíamos sentir el duelo por aquellas etapas que dejamos atrás o por aquellos amigos de los que nos despedimos. Pero, deberíamos entender que, por más que al inicio no lo parezca, el final de un capítulo es una nueva oportunidad para conocer personas, lugares y cosas de nosotros mismos. Al fin y al cabo, cada nueva experiencia nos ayuda a estar más cerca a saber quienes somos y qué queremos para nuestra vida.
Por: Sara Mosquera López, abogada y estudiante de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario
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