“Llegamos al momento, al escenario donde lo podemos hacer”, sostiene Fabio Rojas, director de PUA (Proyecto Uniandino Aeroespacial), convencido de que Colombia, dentro de un tiempo, tendrá una industria aeroespacial sólida que mande más allá del cielo cohetes y satélites. El propósito principal de PUA es formar personas “a través del trabajo de diseño, construcción y prueba de vehículos aeroespaciales”. El optimismo con el que habló Rojas estuvo presente durante la rueda de prensa en la Asociación de Egresados de la Universidad de los Andes que ocurrió el 10 de marzo a las 6 de la tarde. En ella participaron profesores, estudiantes de ingeniería mecánica y otros interesados. Estas ruedas de prensa buscan mostrar el estado actual de proyectos aeroespaciales y avances de este campo dentro de los Andes.
La rueda de prensa giró en torno a otros dos temas: primero, la reactivación, es decir, cómo PUA ha continuado con proyectos que tienen que ver con mejoras a vehículos y motores espaciales antes creados por el programa y que fueron interrumpidos por la pandemia. Desde el 2020, el grupo paró debido a los confinamientos, las normas sobre bioseguridad y la falta de condiciones para realizar pruebas a sus proyectos.
El segundo tema giró en torno a los proyectos entre ASTRA (Aerospace Science and Technology Research) y la Universidad de los Andes. El grupo ASTRA, creado en Medellín y vinculado a la facultad de ingeniería de la Universidad de Antioquia, se concentra en crear y distribuir tecnología aeroespacial. Francisco Puerta, encargado del grupo de investigación, anunció que se harían proyectos en común con la Universidad de los Andes. Respecto a esto, Puerta argumenta que la importancia de esta alianza está en “combinar esfuerzos, no sólo para lograr uno o varios lanzamientos, sino para compartir conocimiento”.
Por último, Gustavo Saavedra, coronel de la Fuerza Aérea Colombiana, y Fernando Jiménez, profesor de la facultad de ingeniería Los Andes, realizaron dos intervenciones sobre la importancia del estudio aeroespacial. Ambos se centraron, por un lado, en las ventajas tanto económicas como tecnológicas que la industria tendría para el país y, por otro lado, en las propuestas del Gobierno de cara al desarrollo de esta industria.
¿En qué consisten los proyectos de PUA?
“Si todos nos unimos para investigar no solo lo que está en la Tierra, sino lo que está afuera, podemos quizás arreglar lo que está acá”, afirma Laura Valentina Ávila, ponente y estudiante de ingeniería mecánica de los Andes. Actualmente, Ávila está trabajando en la misión Séneca VI que consiste en construir un cohete de dos etapas. Esto quiere decir que en un punto del trayecto, del cohete se desprende una parte (etapa 1) y la restante (etapa 2) llega a rozar la estratosfera, una capa que está a 50 kilómetros del espacio terrestre.
La misión Séneca VI se ha llevado a cabo durante más de 10 años y, con el aporte de la futura ingeniera, el cohete (Ainkaa VI) tendría un motor híbrido. Este último combina azúcar sólido, que por el nivel de combustión genera un despegue más estable, con componentes líquidos como oxígeno y nitrógeno.
En complemento con este proyecto, el estudiante de maestría Santiago Prada realizó su tesis para continuar con el mejoramiento de un motor que ya había sido creado por la ingeniera Laura Arteaga en el 2018 y rediseñado en el 2019 por Alejandro Urrego, doctor en Ingeniería Mecánica. Según Padra, su meta final es “desarrollar un software que permita variar los parámetros de lanzamiento y entregar un diseño de motor confiable”. En pocas palabras, la idea es crear un programa que calcule parámetros exactos para maniobrar más fácilmente motores de misiones espaciales sin necesidad de hacer tantos estudios matemáticos.
¿Cuál es el impacto social de los proyectos aeroespaciales?
Como lo explicó el profesor Fernando Jimenéz, a partir del desarrollo aeroespacial, se pueden construir planos arquitectónicos en imágenes satelitales o evidenciar zonas deforestadas en partes apartadas y de complejo acceso en el país.
Para Laura Valentina Ávila, estudiante de ingeniería mecánica, estos proyectos también reivindican el lugar de las mujeres en la ciencia y su importancia: “como mujer me gustaría demostrarles a más niñas que sí se puede hacer esto, porque realmente no hay muchas mujeres en mi carrera”. Hay que recordar que, según la Universidad Nacional, en Colombia el 26% de los ingenieros son mujeres y que, a nivel internacional, solo 49 mujeres de los 347 astronautas de la NASA han ido al espacio. Entre las mujeres colombianas que han trabajado en la NASA se destacan: Diana Trujillo, Adriana Ocampo y Nicole Jordan.
Alianzas regionales y planes a futuro
PUA hace parte del COCSA (Comité Científico del Sector Aeroespacial), organización que busca unir a las empresas y universidades para usar tecnología aeroespacial con el propósito de solucionar problemáticas sociales. “Si no hay una sinergia entre el Estado, la industria y la academia no es posible”, dijo el profesor Fernando Jimenez. Esta fue la principal idea que dejó el coronel Gustavo Saavedra -también integrante de COCSA- cuando habló de la industria aeroespacial colombiana. Jiménez informó que se estaban haciendo negociaciones con la Vicepresidencia de Colombia para que, por ejemplo, laboratorios prueben y certifiquen satélites de 100 kilos de manera ágil.
Según lo que comentó el coronel Gustavo Saavedra, se ha buscado que las empresas privadas tengan una mayor representación con la creación de un comité dedicado a temas espaciales en la ANDI (Asociación Nacional de Empresarios de Colombia). Por ahora, las empresas privadas tienen menor representación en este sector, ya que sus ingresos no superan los 200 millones de pesos en comparación con lo que acapara el Estado: 1.500 millones de pesos.
Por su parte, Fabio Rojas, director del proyecto, le dio una especial importancia a las alianzas con otros programas universitarios. Y es que en el proyecto de formalizar una industria aeroespacial, no solo está la Universidad de los Andes, sino que también se encuentra la Universidad Nacional con GIDA (Grupo de Investigación y Desarrollo Aeroespacial) que ha participado en proyectos de la NASA. La Universidad de Antioquia, que cuenta con un pregrado en ingeniería aeroespacial y tiene tres grupos de investigación llamados ASTRA, Delta-v y Debrisk —que se enfocan en divulgación científica y construcción y propulsión de vehículos espaciales—, también ha contribuido al desarrollo de esta área del conocimiento en Colombia.
Esta alianza, considera Rojas, es beneficiosa porque cada universidad tiene un grado de experiencia que la otra no. PUA, por ejemplo, tiene experiencia en el lanzamiento de vehículos desde el 2008 que hasta ahora suman diez, y la Universidad de Antioquia tiene experiencia en crear circuitos y programas para naves. Francisco Puertas, profesor de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de Antioquia, menciona que, en un futuro, se planea: "tener una plataforma transportada en la que se tenga un cohete para poner satélites en la órbita”.
Colombia no es el único país que quiere ir más allá del cielo. México, Argentina, Brasil y Perú son algunos de los países latinoamericanos que cuentan ya con una agencia espacial; incluso, existe la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE). Todos ellos buscan algo: un proyecto que dé frutos a futuro.
“Estos son trabajos que pueden durar décadas. ¿En dónde queremos ver el país en 30 o 50 años?”, declaró Saavedra en su presentación. PUA va tal como se había planeado: lanzar vehículos aeroespaciales antes del 2020. Ahora, su idea es lanzar los vehículos fuera de la atmósfera para el 2030. Lento pero seguro, así es el paso de la industria aeroespacial colombiana.
Por: Lina María González Correa
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