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No todo cambio es una mejora

El Uniandino

Actualizado: 23 jul 2018

Catalina Ramírez es egresada de Diseño de la Universidad de los Andes y actualmente trabaja en Creatorio. Aquí su columna "No todo cambio es una mejora". Para contestar a la columna de Catalina envía tu propuesta a preiodicoeluniandino@gmail.com




No sé si por ser egresada parezca que este asunto ya no me compete. En todo caso me fue imposible permanecer callada luego de leer el artículo de Alejandro Lozada al respecto de la reforma académica, en el nuevo periódico independiente "El Uniandino".


Advierto que la neutralidad no es el estilo que caracteriza este texto. Me harta tanta corrección política. Pero mentiría si no confesara que el lugar desde el que escribo esto es un gris: el gris de sentir tanto aprecio y orgullo por la institución cuyos principios, últimamente, repudio.


Desde ese gris también me indigno. Esta vez, particularmente, por la indiferencia, por la ignorancia y por la superficialidad desde la cual se ha abordado la reforma académica: todos saben que existe, pero pocos se han tomado el tiempo de desmenuzarla críticamente; desde su profundidad. Me tomo yo entonces el atrevimiento de cuestionar y comprometer a la comunidad desde una de las aristas de este acontecimiento.


Todo parece tratarse de la carga académica, de las opciones académicas, de la extracreditación, del doble programa, etc.; si se fijan, todo gira en torno a una variable: el tiempo. Y esto no es nada nuevo. No en vano el vicerrector académico Carl Langebaek asegura que la reforma nace porque los estudiantes se demoran mucho más tiempo para graduarse de lo que estipula el currículo, hecho que deriva en costos adicionales inesperados. Pero yo me pregunto, ¿entonces el problema es el tiempo o es el costo de la matrícula?; que el 25% de los admitidos deserta, ¿no será que la carga académica es bastante más alta que la de otras universidades porque las carreras duran un año menos?; que es responsabilidad de la universidad "ver cómo están cambiando las formas de enseñar y aprender en el mundo", ¿todavía no hemos entendido que las condiciones sociales gringo-europeas —porque dudo que Langebaek se refiera a modelos latinoamericanos— definitivamente no se parecen a las colombianas?


Una reforma académica cuyo fundamento es el afán es inocua, inútil, y a mi juicio, irresponsable. Retomo las palabras de César Olaya (en el artículo contiguo de El Uniandino en la pg. 3) para ilustrar esta afirmación: "Las Instituciones de Educación Superior privadas parecen estar alejándose cada vez más de sus fines educativos-misionales para adentrarse en el mundo laboral y el capitalismo académico". Ahora, sin querer meterme en juicios morales sobre qué es mejor, les dejo algunas preguntas; y aquí es donde espero comprometerlos: ¿Venimos a la universidad a explorar las posibilidades del pensamiento y así construir una postura frente a lo que nos rodea, o a introducir la mayor cantidad de información en el menor tiempo posible para empezar a ser productivos cuanto antes? ¿Creamos nuestro currículo para cumplir con un número de créditos o para aprovechar el privilegio de estar aquí y así poder tantear terrenos desconocidos? En esto último hago alusión a la flexibilidad de la estructura actual que los representantes estudiantiles reclaman en la reforma. ¿No es responsabilidad de los que gozamos este privilegio tomarnos el tiempo de aprehender en vez de sólo aprender*?


Hacerse preguntas, muchas preguntas, permite entrar en profundidad. Esa es la única manera de que, cuando el señor Langebaek responda en una entrevista "(...) cuando uno entra con preconceptos fuertes es muy difícil escuchar", uno pueda decirle: No, señor Langebaek, escucho atentamente. Lo que usted no quiere escuchar es que “no todo cambio es una mejora” (cita de Richard Sapper y máxima Creatorista).



*Aprehender: llegar a entender. Aprender: fijar en la memoria.



 

Por: Catalina Ramírez


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